Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

Ruega que te reprendan

Seis hábitos para una mejor rendición de cuentas

En los últimos diez años, he hecho todo lo posible para recibir reprensión regular de parte de al menos un hombre piadoso. Debido a lo que he visto en la Biblia, y puesto que he probado el fruto duradero de la rendición de cuentas genuina y constante, me he puesto en el camino de la corrección feliz e incansablemente

En esta época, me reúno semanalmente con otro esposo y padre que abre la palabra de Dios conmigo, hace preguntas intencionales acerca de mi andar con Jesús, mi matrimonio, mi paternidad, mi trabajo, y mi ministerio, y luego me pide cuentas. Normalmente hace un seguimiento de puntos de crecimiento específicos que identificamos cada semana.

Nunca es agradable ver más de mi propio pecado y sentir más del terrible peso de sus consecuencias, pero no cambiaría por nada mi pequeño ejército de reprensores. Como dice la sabiduría: «Como anillo o collar de oro fino son los regaños del sabio en oídos atentos» (Proverbios 25:12). He lucido mi amistad con estos hombres orgullosa y celosamente. He atesorado el dulce aroma que sus duras palabras han producido en mi fe, mi vida, y mis relaciones: «El perfume y el incienso alegran el corazón; la dulzura de la amistad fortalece el ánimo» (Proverbios 27:9).

¿Quién en tu vida está más inclinado a reprenderte? ¿Te estás perdiendo un regalo más precioso que el oro, y rechazando algo más dulce que el incienso y el perfume? ¿Has evitado hacer los amigos que realmente necesitas, rehusando así ser reprendido?

El dentista del alma

Muchos de nosotros tratamos la reprensión como ir al dentista: estamos abiertos a ello una o dos veces al año, pero reacios a tomar la iniciativa. Rara vez lo pedimos.

Aparentemente, por naturaleza tenemos una alergia a la reprimenda (quizá una intolerancia; al menos una fuerte sensibilidad), pero Proverbios dice que la reprensión es una perla escasa que se debe atesorar. Los necios rechazan y evitan la reprensión. El sabio conoce su valor, y hace lo que sea necesario para tenerla. El sabio dice: «El que ama la disciplina ama el conocimiento, pero el que la aborrece es un necio» (Proverbios 12:1)

Necedad. La ironía es que quienes detestamos y rechazamos la reprensión nos creemos sabios. Suponemos que nosotros, a diferencia de cualquier otro, no necesitamos consejo ni corrección. Isaías nos advierte: «¡Ay de los que se consideran sabios, de los que se creen inteligentes!» (Isaías 5:21). Y Proverbios nos sentencia: «¿Te has fijado en quien se cree muy sabio? Más se puede esperar de un necio que de gente así» (Proverbios 26:12).

Al igual que el dentista, un compañero de rendición de cuentas será capaz de ver y diagnosticar las cosas en nosotros que no podemos ver con nuestros ojos. A diferencia del dentista, un compañero de rendición de cuentas se enfoca en cosas en nosotros que duran para siempre y podrían decidir nuestro destino. Una vez más, Proverbios aclama el valor de las palabras duras:

El que atiende a la crítica edificante habitará entre los sabios. El que rechaza la corrección se desprecia a sí mismo; el que la atiende gana entendimiento (Proverbios 15:31-32; también 19:25).

¿Te desprecias a ti mismo? ¿Qué tal si comienzas a rogar a amigos sabios y piadosos que te reprendan?

La reprensión de Dios

Desde luego, la manera en que respondemos a (y buscamos) la reprensión de otros reflejará la manera en que respondemos y buscamos la reprensión de Dios. Si constantemente evitamos el consejo y la corrección cristianos, no es probable que busquemos o escuchemos apasionadamente las palabras duras de Dios. Después de todo, es Dios quien dice:

Cuídense, hermanos, de que ninguno de ustedes tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que los haga apartarse del Dios vivo. Más bien, mientras dure ese «hoy», anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado (Hebreos 3:12-13).

Anímense unos a otros cada día. Anímense, es decir, incentiven o exhorten, o insten a alguien a hacer algo (o no hacer algo). Si una exhortación no requiere inmediatamente algo de nosotros, podría ser inspiracional, o una buena conversación, pero no es una exhortación; no todavía, en todo caso. Unos a otros significa que el animarse va en más de una dirección. Se nos dice que demos y recibamos este tipo de amor. Como seguidores de Cristo, todos necesitamos exhortar y ser exhortados. Cada día significa no ocasionalmente o en circunstancias restringidas. Dios nos llama a un ritmo incansable y continuo de consejo y corrección, un ritmo tan regular como el almuerzo o la cena.

¿Qué ocurre si descuidamos el exhortarnos unos a otros cada día? Podemos endurecernos a causa de las mentiras del pecado, y alejarnos del Dios vivo. Podemos perdernos el perdón, la esperanza, el gozo. Al presumir de la gracia, la abandonamos. La buena rendición de cuentas nos mantiene en la senda de la vida, la vida que Cristo compró alegremente para nosotros con la suya.

Algunos consejos prácticos

Junto con la sabiduría y la motivación de Proverbios, y el claro mandato de Dios en Hebreos, estos son algunos principios básicos que estoy aprendiendo mediante la experiencia. Estas son sugerencias, no proverbios; pero son lecciones que han resultado provechosas con los años.

1. Prioriza la constancia

Una revisión de vez en cuando puede ser mejor que nada, pero no es mucho mejor. Si el pecado, especialmente los patrones de pecado sutiles, ha de ser expuesto, confrontado, y va a haber arrepentimiento, necesitamos una cotidianeidad en nuestras amistades

2. Haz siempre al menos una pregunta abierta

La rendición de cuentas falla sin honestidad y transparencia, pero incluso cuando estamos dispuestos a compartir, necesitamos que nos saquen a la luz (Proverbios 20:5). Las buenas preguntas son un ingrediente indispensable para la buena rendición de cuentas. Mientras escuchamos, en vez de meditar en silencio lo que podríamos decir, podemos preguntarnos lo que podríamos preguntar. ¿Qué pregunta podría retirar la capa del corazón debajo de las novedades que estoy escuchando, la capa emocional y espiritual que más importa, pero a menudo queda intacta?

3. Vigila las áreas débiles o sensibles de más cerca

La rendición de cuentas significativa identifica y pone especial atención a las luchas con el pecado persistente. Dios pretende que la confesión y el arrepentimiento reiterados y específicos diluyan el pecado que permanece en nosotros. Nos perdemos su gracia si nunca (o rara vez) confesamos unos a otros. Sin embargo, al decir áreas débiles o sensibles, no solo estoy pensando en pecados persistentes, sino también en otros lugares difíciles o vulnerables en nuestro corazón y nuestra vida, tales como tensiones constantes en las relaciones, presiones en el trabajo, o sufrimientos de diverso tipo; el tipo de cargas que se espera que llevemos unos con otros y unos por otros (Gálatas 6:2).

4. Escribe algo

Para mí esta ha sido una disciplina intermitente, pero me ha resultado provechoso tomar al menos un par de notas. No escribo todo el tiempo que estoy escuchando. Quiero ser un oyente involucrado, mirando a los ojos, durante toda la conversación. Pero no quiero irme sin anotar algunas cosas que la otra persona comparte (quizá incluso después de terminar la reunión). Luego, antes de la siguiente reunión, trato de dedicar tiempo para repasar brevemente mis notas, orar, y considerar cómo podría hacer un seguimiento la próxima vez. Nuestra memoria en general es notablemente poco fiable, y no obstante confiamos en ella todo el tiempo, aun en las cosas más importantes de la vida. Una libreta y un lápiz pueden ser un increíble catalizador de una mejor rendición de cuentas, un cambio de vida más profundo, y un mayor aprecio de lo que Dios ha hecho a través del tiempo.

5. Supera la química con intencionalidad

No es necesario que tu compañero de rendición de cuentas sea tu mejor amigo; solo es necesario que sea un amigo fiel. No es necesario que comparta tus pasatiempos o intereses, o tu horario. Ni siquiera es necesario que sea de tu edad, o esté en tu etapa en la vida. Sí es necesario que esté comprometido con seguir a Cristo, llevar a cabo su salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12-13), procurar e invertir en tu santificación. A menudo, quienes son muy diferentes a nosotros —y no nuestros amigos cercanos, que suelen ser más como nosotros— de hecho tendrán la perspectiva más provechosa de nuestras debilidades y puntos ciegos.

6. Escuchar de Dios juntos

Una vez más, esto ha sido diferente en distintas épocas, y con distintos hombres. Pero lo he sentido agudamente cuando nos hemos alejado de priorizar al menos algunos momentos en la Biblia cuando nos reunimos. Actualmente, mi compañero de rendición de cuentas y yo estamos memorizando el verso semanal de la página Fighter Verse, lo repasamos juntos y luego oramos ese versículo en nuestro tiempo juntos. No queremos que un estudio bíblico llene toda nuestra reunión, pero no dejaremos pasar una reunión sin escuchar de Dios.

¿Quién necesita que seas reprendido?

Una de las advertencias de la sabiduría causa un enorme impacto en mí: «El que atiende a la corrección va camino a la vida; el que la rechaza se pierde» (Proverbios 10:17). Con todo lo que yo podría sufrir personalmente al no recibir reprensión, la gente que depende de mí puede sufrir aún más: mi novia, mi hijo, mis amigos y compañeros del ministerio, mis vecinos perdidos.

Nuestras actitudes, palabras, y conducta se convierten en un mapa espiritual para los que observan nuestro ejemplo y siguen nuestro liderazgo. Y sin importar nuestra edad, o por cuánto tiempo hayamos sido creyentes, alguien está observando y alguien está siguiendo. Alguien nos está mirando como un modelo de fe —de amor, gozo y paz, de paciencia, amabilidad, bondad, benignidad, fidelidad, y autocontrol—, de lo que significa conocer, disfrutar y seguir a Jesús. Nuestra forma de vivir, hasta en los mínimos detalles, le enseña a la gente a caminar por el Espíritu, o les enseña a complacer la carne en el camino que lleva a la muerte.

Las personas que amamos necesitan que seamos reprendidos. Si estamos casados, nuestra esposa necesita saber que buscamos continuamente el consejo y la corrección de otros esposos. Lo mismo para las esposas. Lo mismo para madres y padres. Si pasamos esto por alto algunos años ajetreados, no solo nosotros sufriremos pérdida. Otros también sufrirán. En lugar de rescatarlos del daño, los entregamos en manos del villano.

«Ten cuidado de tu conducta y de tu enseñanza», y pídeles a otros que ejerzan ese cuidado junto contigo. «Persevera en todo ello, porque así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen» (1 Timoteo 4:16). Dios puede impedir que tropieces (Judas 24). Él proveerá una vía de escape de la tentación (1 Corintios 10:13). Él completará lo que ha comenzado en ti (Filipenses 1:6). Así que, por amor a él, y a aquellos que te aman y te miran, ruega que te reprendan. 

Por: Marshall Segal

Fuente: Beg to be rebuked

Traducido por: Proyecto Nehemias

Publicado por: Mariafernanda Artadi

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