Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

Arido

La Gran Comisión exigirá desobediencia

Por qué algunos rehúsan abandonar los lugares más difíciles

Este artículo comenzó como una carta que Greg Livingstone envió a algunos de sus amigos, yo entre ellos. Me encantó lo que leí, no porque fuera fácil, sino porque era radicalmente importante para completar la misión de Cristo en los lugares más difíciles del mundo. Así que le pedí a Greg si yo podía añadir mi voz y algunas reflexiones complementarias y podíamos publicar esto en conjunto. —John Piper

¿Es este el momento para la desobediencia civil misionera? Nos referimos a esas situaciones entre los pueblos no alcanzados donde las autoridades les ordenan a los misioneros que detengan su labor y se retiren.
No es un secreto que muchos misioneros fieles y obedientes están experimentando la expulsión del pueblo de su llamado. A veces es por la fuerza. Normalmente el gobierno de su pueblo adoptivo simplemente rehúsa concederles o renovarles la visa.
En consecuencia, normalmente se supone que debe ser la voluntad de Dios dejar al pueblo al cual ellos le dijeron a la iglesia que los envió que Dios los había llamado. Después de todo, ¿no nos enseña la Escritura que obedezcamos a las autoridades civiles (Romanos 13:1-7)? ¿Y qué decir de los peligros, especialmente para nuestra familia, si nos quedamos?
Pero espera. ¿Es realmente tan obvio que debemos abandonar el pueblo al que hemos sido enviados? ¿Acaso las leyes humanas realmente anulan el llamado de Dios? ¿Qué tal si no tenemos ninguna instrucción del Señor de la cosecha de abandonar al pueblo al que él nos ha llamado?

Desobediencia civil no violenta

En el Nuevo Testamento, hubo personas que fueron a la cárcel en lugar de obedecer a los gobernantes locales que les decían que se callaran. Más bien se involucraron en desobediencia civil.

Los llamaron [a los apóstoles] y les ordenaron terminantemente que dejaran de hablar y enseñar acerca del nombre de Jesús. Pero Pedro y Juan replicaron: «¿Es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes en vez de obedecerlo a él? ¡Júzguenlo ustedes mismos! Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hechos 4:18-20).
«Terminantemente les hemos prohibido enseñar en ese nombre [de Jesús]. Sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas…». «¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres!», respondieron Pedro y los demás apóstoles. (Hechos 5:28-29).

Durante el Movimiento de Derechos Civiles de la década de 1960 en Estados Unidos, las personas iban a la cárcel en lugar de obedecer las leyes de segregación y las órdenes de no marchar. Gandhi se oponía a las injusticias del gobierno colonial en India mediante desobediencia civil no violenta. Tanto Martin Luther King Jr. como Gandhi estaban dispuestos a morir por sus causas.
¿Admiramos su valor para poner la justicia antes que la seguridad en el acto de desobediencia civil? ¿Acaso la vida eterna de los pueblos no alcanzados y la autoridad imperial del Rey Jesús no son dignas de tal valentía?

No siempre acaba en prisión o ejecución

Me fascina (a Greg) un matrimonio que he conocido desde la década de 1960, quienes han pasado décadas en Turquía. Han sido expulsados seis veces o más. Con todo, ellos creyeron que el Señor de la cosecha los quería allí, así que consiguieron nuevos pasaportes y regresaron, una y otra vez.
El esposo incluso pasó tiempo en prisión antes de ser conducido fuera del país. Cuando la policía lo reprendió diciéndole: «¿No te dijimos que salieras y no volvieras?», su respuesta fue: «Sí, pero Dios nos dijo que regresáramos. ¿No cree, señor, que todos debemos obedecer a Dios más que a los hombres?».
Aparentemente, la policía se rindió; este matrimonio sigue en Turquía declarando valientemente el mensaje que todos deben oír para ser salvos (Romanos 10:14-17; Hechos 4:12).

¿Qué hay con la familia?

La primera objeción contra la negativa a salir del país donde se ministra normalmente es que el hecho amenaza la seguridad de la familia. Permanecer en un país sin el permiso del gobierno será peligroso. Eso es cierto. ¿Pero cuándo hemos de atender a las palabras de nuestro Señor?

Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio la salvará (Marcos 8:35).
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí (Mateo 10:37).

¿Se han de ignorar estas advertencias del Creador del universo?
Puede que algunos digan que debemos obedecer a las autoridades a toda costa. Pero en realidad nadie cree eso. Si te dijeran que le quites la medicina a tu madre y la dejes morir porque es una carga para el gobierno, ¿lo harías? ¿Qué decir de poseer una Biblia ilegalmente?

¿Cómo era en el siglo I?

¿Te has preguntado acerca de las esposas e hijos de Lucas, Silas, Epafrodito, Pedro, Bernabé, y muchos otros que corrieron riesgos una y otra vez? ¡Podrían haber dejado a sus esposas viudas y a sus hijos huérfanos! Esta posibilidad probablemente era más terrible en aquel entonces que hoy.
Pero alguien podría decir que la familia extendida del siglo I proveía una mejor red de seguridad para viudas y huérfanos, como ocurre hoy a menudo en Medio Oriente, Asia, y gran parte de África. Si miramos detenidamente, es inútil minimizar los riesgos de los misioneros del siglo I. Había enormes angustias en juego; como ha sido siempre. Y siempre será.

Planificación para atender a las familias de mártires

En lugar de justificar nuestras opciones más seguras, ¿no podría ser la Gran Comisión un llamado radical a reestructurar nuestras iglesias y familias de modo que podamos proveer para los miembros de la familia de los mártires? Debemos terminar con la mentalidad de que el martirio se debe evitar a toda costa. Sorprendentemente, Jesús prometió que su misión no estaría completa sin el número de mártires designado por Dios:

Cada uno de ellos [los mártires en el cielo] recibió ropas blancas, y se les dijo que esperaran un poco más, hasta que se completara el número de sus consiervos y hermanos que iban a sufrir el martirio como ellos (Apocalipsis 6:11).

Si un esposo y su esposa están tan dirigidos y dotados por el Espíritu Santo para entrar juntos a lugares peligrosos, ¿no querría el Señor que el resto de nosotros apoyara a aquellos que de esta forma ponen a sus hijos en riesgo por el reino? Recordemos que, en la mayor parte de la historia de las misiones, los misioneros ni siquiera tuvieron la posibilidad de saber con anticipación qué peligros les esperaban, y no tenían ninguna forma de hacer un escape rápido.
Y recordemos, además, la posibilidad de seguir adelante, aun si el esposo (o la esposa) está encarcelado. Mientras Adoniram Judson estaba preso en Birmania, su esposa continuaba cerca de él, e incluso atendía sus necesidades cuando se le permitía.

¿Qué puede decir la disposición a ir a la cárcel acerca del valor de Cristo?

Este es un posible ejemplo: uno podría ir a los pashtún en Karachi con visa de turista (o cruzar la frontera), luego simplemente quedarse, si el gobierno rehúsa conceder una visa de residencia. Cuando pregunten: «¿Por qué sigues aquí?», respondemos: «Porque Dios me envió, y yo debo obedecer a Dios». ¿Qué podría hacer la disposición a ir a la cárcel para infundir valentía en los nuevos creyentes locales para seguir tal ejemplo? ¿Cómo vamos a responder a estas palabras del Salvador?:

¡Vayan ustedes! Miren que los envío como corderos en medio de lobos (Lucas 10:3).
Tengan cuidado con la gente… Por mi causa los llevarán ante gobernadores y reyes para dar testimonio a ellos y a los gentiles. Pero, cuando los arresten, no se preocupen por lo que van a decir o cómo van a decirlo. En ese momento se les dará lo que han de decir, porque no serán ustedes los que hablen, sino que el Espíritu de su Padre hablará por medio de ustedes» (Mateo 10:17-20).

¡Piensa en las implicaciones! ¡Corderos en medio de lobos! No dice «puede que los lleven ante gobernadores» sino «los llevarán». No dice «si los arrestan», sino «cuando los arresten». Pero no serán abandonados. El Espíritu Santo está con ustedes en todo momento, el Espíritu de Jesús: «Estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20).

¿Huir o afrontar?

Por favor, no pienses que estoy simplificando demasiado, como si no hubiera innumerables factores que moldean nuestras decisiones sobre cuándo huir del peligro y cuándo afrontarlo. Ambas opciones tienen precedentes bíblicos. John Bunyan escribió acerca de esta tensión y demostró que en la Biblia a veces las personas escaparon del peligro, y a veces lo afrontaron. Él mismo tenía cuatro hijos, uno de ellos ciego; no obstante, él decidió permanecer en prisión por doce años antes que prometer no predicar el evangelio.
Nuestro punto no es que todos deberían tomar la misma decisión. Nuestro punto es que la opción de la desobediencia civil, como la de los apóstoles en Hechos 4:18-20 y 5:28-29 se debería considerar con seriedad, valentía y amor. Nuestra primera consideración no debería ser conservar la vida. El amor eterno del Señor es mejor que la vida (Salmo 63:3). O, como lo expresa Pablo:

Considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios (Hechos 20:24).

Pablo dijo esto a pesar de que el Espíritu Santo le testificaba que en cada ciudad «me esperan prisiones y sufrimientos» (Hechos 20:23). Su objetivo no era la seguridad. Su objetivo era la salvación (1 Corintios 9:22-23). Aquellos eran días gloriosos y terribles al comienzo de la misión cristiana. ¿Hay algo en la Biblia que sugiera que el final será menos glorioso o menos terrible que el comienzo?
Por: John Piper y Greg Livingstone © Desiring God Foundation.
Fuente: “The Great Commission Will Require Disobedience”.
Traducido por: Proyecto Nehemías.
Edición: Daniel Elias.

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