Reflexión y Recursos Bíblicos basados en la Gracia de Dios

Cuando la homosexualidad viene a casa

Tres lecciones para acercarse a los seres queridos 

La revolución sexual está en todos lados. Muy pocos sectores de la sociedad no han sido afectados de alguna manera por las letras LGBTQ+. Y para muchos, aquellos sectores afectados incluyen a nuestras familias:

“Mamá y papá, soy gay”

“Creo que soy trans”

“Abuela, ¿por qué los otros niños no tienen dos mamis?”

Cuando la conversación cultural se vuelve personal, llevando a la mesa discusiones que antes parecían impensables, ¿qué requiere la fidelidad a nuestro Señor? En un mundo en el que la sumisión a la santa ley de Dios es catalogado “homofobia” y odio, ¿cómo nos paramos firmes en las claras enseñanzas de la Biblia? 

Estas preguntas se hacen más urgentes cuando provienen de familiares muy queridos: ya sea de un niño grande que se identifica como gay, o un miembro de la familia que lucha con su género, o incluso las transiciones y luego las demandas de un nuevo nombre y nuevos pronombres.
El espacio no me permite enumerar todas las enseñanzas bíblicas relacionadas a este tema, pero recomendaría algunos excelentes libros sobre la homosexualidad, transgénero, y amar a las personas LGBTQ+, así como también un artículo por el consejero bíblico Mike Emlet “Cinco Prioridades Ministeriales para Aquellos que Luchan con Atracciones del Mismo Sexo” (“Five Ministry Priorities for Those Struggling with Same-Sex Attraction”). Aquí nos concentramos en tres virtudes que podemos perseguir, en dependencia de Dios, en nuestras conversaciones con seres queridos: amor sabio, claridad valiente, y perseverancia en la oración.

Amor sabio

Empezamos con el amor, porque si poseemos todo pero carecemos de amor genuino, somos metal que resuena y címbalo que retiñe (1 Corintios 13:1). Amar a un miembro de la familia significa que pones sus intereses por encima de los tuyos. Lo llevas en tu corazón, lo cual traerá dolor y sufrimiento inevitablemente.

“El amor sabio requiere someterse a la voz autoritativa de Dios en la Biblia.” 

Una relación como esta pondrá a prueba nuestro amor: ¿Es bíblico, arraigado en el carácter de Dios? ¿o es egoísta, arraigado en nuestros propios intereses y deseos? ¿estamos dispuestos a amar a esta persona como verdaderamente es (un pecador desordenado, complejo y no redimido), o solo como queremos que sea por nuestro bien (ordenado, sencillo, y no exigente)? Deja que el Señor use esta circunstancia para que haga tu amor más como el amor que el Padre nos mostró cuando aún éramos pecadores (Romanos 5:8).

¿QUÉ DICE DIOS?

Amar sabiamente significa que dependemos de las Escrituras (2 Timoteo 3:15) y de Dios (Santiago 1:5) como el único compás que apunta el verdadero norte. La conversación actual sobre género y sexualidad es ruidosa. Todos tienen una opinión. Y algunas de esas opiniones son satánicas, conduciendo finalmente a la destrucción  (2 Corintios 4:4; 2 Timoteo 2:26). El amor sabio requiere someterse a la voz autoritativa de Dios en la Biblia. 

Por supuesto, los puntos de partida innegociables son las enseñanzas de la Biblia sobre la sexualidad en Génesis 1-2, Efesios 5:3-6, Romanos 1:18-30, y 1 Corintios 6:9-11. Para todo el ruido, la posición de la Biblia es simple y hermosa: el pacto, el vínculo de una sola carne entre el esposo y la esposa que representa a Cristo y su iglesia. Aquí la intimidad sexual es un regalo, solo aquí. Por lo tanto, todas las demás relaciones sexuales son pecaminosas y perversas. Violan la ley de Dios y, sin arrepentimiento genuino, traen la ira de Dios (Efesios 5:6). 

Si perdemos estos puntos de anclaje, no podemos traer las buenas noticias a nadie, sea cual sea el pecado recurrente que comete. Seremos como una persona tratando de administrar RCP en un ambiente con gravedad cero: sin un punto fijo de anclaje no podemos aplicar la presión necesaria para dar vida.

BAJO EL DESEO POR EL MISMO SEXO

Sin embargo, con amor sabio me refiero a más que solo definir la posición de la Biblia sobre la sexualidad y el pecado (aunque nunca menos que eso). Amar sabiamente requiere que tomemos las Escrituras como nuestra guía para interpretar todas las experiencias humanas. Cuando un miembro de la familia te dice que es gay, o lucha con su género, o le atrae alguien del mismo sexo, hay mucho más en juego que la mera sexualidad. La experiencia humana ante el rostro de Dios no se puede reducir a una sola dimensión (ya sea sexualidad o ira o amargura u orgullo), entonces enfocarse solo en ética sexual puede estrechar inútilmente la discusión. 

Es posible que tu ser querido se esté deshaciendo de las restricciones y persiguiendo de manera abierta el pecado sexual, pero también es posible que la etiqueta “gay” o “trans” tenga muy poco que ver con apetitos físicos y mucho que ver con esperanzas y anhelos distorsionados. Especialmente para los jóvenes, “gay” y “trans” a veces representan una identidad, una comunidad que entiende, y una fuente de significado para el sufrimiento y alienación. Estas crean constelaciones humanas que son de un tipo diferente a las perversiones sexuales. Ellas son las respuestas al quebrantamiento del mundo que sustituye “salvadores” terrenales por el Redentor viviente. La sexualidad pecaminosa es frecuentemente plantada o influenciada por algún dolor profundo del pasado. 

“Satanás es un maestro táctico. Si él puede mantener la conversación sobre el sexo, cuando es más fundamentada sobre otra cosa, él gana.”

Junto con el sufrimiento del pasado, aparecerán agujeros negros de deseos pecaminosos. Pero no solo los deseos pecaminosos que estás pensando, los deseos de la carne son muchos, y muchas veces más sutiles que el crudo apetito sexual (Gálatas 5:17-21). Las buenas tácticas militares emplean desviaciones: mantén a tus oponentes ocupados aquí, mientras que preparas su destrucción en secreto por allá. Satanás es un maestro táctico. Si él puede mantener la conversación sobre el sexo, cuando es más fundamentada sobre otra cosa, él gana.

ESCUCHAR, ORAR, HABLAR

Aprender a navegar por estas amenazas requiere tiempo, discernimiento, y por supuesto oración, así que ve despacio. Haz preguntas. Escucha. “¿Te sientes cómodo contándome más? ¿Le has contado a alguien más?” Sam Allberry tiene muy buenas ideas sobre qué decir en este tipo de conversaciones en la conclusión de su libro ¿Es Dios Anti-Gay? (Is God Anti-Gay?). Si tu familiar se está abriendo contigo por primera vez, ¡agradécele! Eso tomó coraje, probablemente no fue hecho por capricho. Afirma tu compromiso con la relación, no lo vas a rechazar por contártelo. 

Luego de eso, puede que no necesites decir nada, por lo menos en esa conversación. El amor sabio sabe que no lo podemos “arreglar” con nuestros consejos o esfuerzos, así que podemos permitirnos escuchar pacientemente por un tiempo. El amor sabio también sabe que Dios eventualmente debe hablar, así que oramos por oportunidades para que honesta y amorosamente podamos decirle la verdad, especialmente sobre la libertad y el perdón que Dios tiene para él en el evangelio.

Claridad valiente

Si somos guiados por amor sabio, nos estaremos moviendo en dirección a la claridad: fuera de las tinieblas, hacia la luz. El amor construye confianza. La confianza permite conversaciones fluidas, esperemos que sea una conversación bidireccional con mejor comprensión. Luego la esperanza guía la conversación hacia los propósitos de Dios. Y el resultado será claridad, claridad sobre lo que esta persona ha experimentado, está sintiendo y claridad sobre lo que Dios ha dicho y quiere para esta persona. 

Esperamos y oramos para que la claridad que emerge nos acerque a ambos a Jesús: para recibir gracia, para rendirnos ante Él como nuestro Señor, Salvador y Tesoro, y luego caminar juntos en el proceso de santificación con honestidad y transparencia recién encontradas. Queremos que la claridad que emerge sea la claridad que junta las buenas nuevas del evangelio con los temas reales del corazón. El corazón humano es un campo de batalla muy fuerte, pero cuando el Dios viviente entra, ocurren cambios. 

Aquí es donde la valentía es necesaria. A veces la claridad que emerge no es esperanzadora, sino más bien dolorosa; no unifica, divide: “creo que nos entendemos mutuamente, pero no puedo estar de acuerdo contigo sobre esta nueva identidad.” “Te amo, pero no estoy de acuerdo con tus elecciones.” Este es un tema delicado, y si nos apresuramos aquí, puede que dañemos innecesariamente la relación. Pero si escapamos de esto, arriesgamos aún más. Estaremos corriendo hacia la confusión y consenso, quizá llevando a nuestro ser querido lejos de la sanidad, arrepentimiento, y liberación. Entonces, el amor sabio debe tomar la forma de claridad valiente. 

La valentía en esta conversación, en esta relación, significa que mostramos que creemos que Dios define nuestra sexualidad y nuestra identidad, incluso cuando alguien que amamos no está de acuerdo con eso. Esto requiere valentía y fe, a veces gran valentía y fe. 

¿Vale la pena? Si él luce feliz, ¿acaso no podemos estar contentos con eso?  Si ese momento con desacuerdos muy afilados llega, ¿no es más fácil para nosotros cambiar? Sí, en el corto plazo. Pero eso implicaría rechazar a Dios y abandonar a nuestro ser querido con su pecado, y en última instancia en el infierno. ¿Cuántos han intercambiado neciamente felicidad y amor eterno por paz y confort superficiales y temporales en una relación? Claridad valiente en Cristo siempre vale lo que cuesta (y mucho más).

Perseverancia en la oración 

Pocas virtudes cristianas son menos ostentosas, o más vitales, que la paciencia. El Nuevo Testamento repetidamente ordena y recomienda la paciencia (Romanos 5:3-4, 15:4-5; Hebreos 10:36; Santiago 1:3). Y no perduraremos por mucho sin la oración. Sin la oración, la paciencia colapsa en fatalismo o apatía: “es lo que es.” La perseverancia en la oración dice, “preferiría llorar en mis rodillas por décadas, que tener una solución apartada de Dios mañana.”

¿Por qué se necesita perseverancia en la oración cuando un ser querido se encuentra en el caótico despertar de la revolución sexual? Porque la confusión sobre la sexualidad no tiene arreglo rápido. Cuando una persona se sumerge por completo en una identidad gay, muy raras veces habrá un simple “regreso a la normalidad”. En vez de eso, esperamos y anhelamos el largo trabajo de Dios; todo el largo de una vida, cambiado por gracia soberana no hacia el interior, sino hacia Dios. Esto es lo que queremos para nosotros, y lo que oramos para nuestros seres queridos: que en el día final, podamos estar juntos maduros, completamente seguros en la voluntad de Dios (Colosenses 4:12). Ese viaje puede ser largo, y lleno de dolor y lágrimas, pero al final estará libre de ambos, y en vez de eso, estará lleno de gozo y bendición. 

“Dios no salva a regañadientes, incluso si a veces salva lentamente. Y por ese trabajo vale la pena esperar, orar y amar.”

Cuando esa esperanza del futuro llena nuestros ojos, nos damos cuenta de que no podemos conformarnos simplemente a lo que sea que hará un pacífico paseo familiar. Lo mejor para nuestro niño, nuestro amigo, no es decir, “lo que sea que te haga feliz”. La felicidad del mundo no es obra del Señor. Pero lo que Él está formando es mucho mejor. No permitas que la confusión cultural borre esta confianza: ningún marcador de identidad del mundo jamás podrá ofrecer gozos sólidos y tesoros duraderos solo conocidos por los hijos de Zion. Esto es lo que anhelamos ver para nuestros seres queridos. Entonces oramos por amor sabio. Pedimos claridad y valentía para no abandonar la claridad de la Biblia por la sabiduría del mundo, incluso cuando tal claridad es difícil y dolorosa. Luego perseveramos. Y oramos. Por todo el tiempo que tome.

No puedo prometerte que tu ser querido regresará al Señor o será salvo. No sabemos eso. Lo que sí sabemos es: Dios no salva a regañadientes (1 Timoteo 2:4), incluso si a veces salva lentamente. Y por ese trabajo vale la pena esperar, orar y amar. 

Por: Josh Blount  © Desiring God Foundation.

Fuente: When Homosexuality Comes Home

Traducido por: Mariafernanda Artadi

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