En su muerte vemos la majestad de su cuidado sacrificial.

Juan 18:4-6. Jesús está en el huerto de Getsemaní, se le ha aparecido la multitud para arrestarlo. «Jesús, sabiendo todo lo que le iba a sobrevenir, salió y les dijo: “¿A quién buscan?”. “A Jesús el Nazareno”, Le respondieron. Él les dijo: “Yo soy”. Y Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos. Y cuando él les dijo: “Yo soy”, retrocedieron y cayeron a tierra».
Yo les pregunto, ¿quién está mandando aquí? ¿Quién tiene autoridad? Ellos vienen con todas sus fuerzas, aparentemente ellos mandan, pero con dos palabras, estaban todos aplastados. Aquí está Cristo, poder, autoridad, eso es Cristo. No se trata de mi voluntad, se trata de la gloria del Padre, se trata de hacer las cosas como quiere Dios, se trata de cumplir las Escrituras.
Mateo 26:53: «¿O piensas que no puedo rogar a mi Padre, y él pondría a mi disposición ahora mismo más de doce legiones de ángeles?». Una sola palabra pudiera haber acabado con todos, pero no.
En Juan 18 versos 7 al 9, lo que sucede después: Jesús entonces volvió a preguntarles: “¿A quién buscan?”. “A Jesús el Nazareno”, dijeron. Respondió Jesús: “Les he dicho que yo soy; por tanto, si me buscan a mí, dejen ir a éstos”. Así se cumplía la palabra que había dicho: “De los que me diste, no perdí ninguno”».
Observemos dos cosas:
1. *La rebelión contra la autoridad de Cristo es real y totalmente necia*. Resistir la autoridad de Cristo es lo que hacemos por naturaleza y es absolutamente necio.
2. Mira a Jesús en su momento más difícil, y sigue preocupado de salvar a los suyos. ¡Magnífico!
Corre a Jesús, él es el héroe verdadero que *nunca jamás abandonará a los suyos*, él va a permanecer en su oficio, y salvará a su pueblo.
Por: David Bhadreshwar.