
74. «Los hijos de Sion» – Lamentaciones 4:2
Así como el Señor es precioso para su pueblo, también ellos lo son para él. Él los llama su tesoro, su especial tesoro, su porción. Su amor por ellos es maravilloso. Los valora a un precio infinito: por tanto, los redimió con su propia preciosa sangre; y habiéndolos comprado a un costo tan alto, nunca se separará de su pueblo. No sorprende que Jesús sea tan precioso para su pueblo; ha hecho tanto por ellos, les concede tantas bendiciones, mantiene una relación tan tierna con ellos, y es tan perfectamente precioso en sí mismo; pero que nosotros seamos preciosos para él es asombroso. Somos tan pobres, tan viles, estamos tan degradados, tan deformados, y diariamente lo tratamos con tanta negligencia. Pero sus caminos no son nuestros caminos, ni tampoco sus pensamientos son los nuestros. Somos sus preciados hijos, su amada novia; esta noche él nos ama con toda la fuerza y ternura de su naturaleza.
¡Gloriosa verdad! Que podamos recibirla en nuestros corazones, meditar en ella, e irnos a descansar esta noche, regocijándonos en que más allá de cualquier cosa que los hombres puedan pensar de nosotros, o lo que puedan sentir de nosotros, somos preciosos a la vista del Señor. Preciosas a la vista del Señor son las personas y la muerte de sus santos.
Oye, alma mía, lo que Jesús ha dicho,
no temas partir;
Pues todos sus santos en la vida y en la muerte
son preciosos en su corazón.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
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