
180. «Yo temo a Dios» – Génesis 42:18
Esto les dijo José a sus hermanos, al enviarlos a su hogar con provisiones para su padre que estaba pasando necesidad. Lo mismo podemos decir cuando somos tentados a actuar de manera inapropiada para un cristiano. El verdadero temor a Dios brota del amor, y se profundiza y se fortalece por una comunión filial con Dios. No es un terror a su majestad, sino un temor a ofenderlo o entristecer su corazón. Ese temor es producido por el Espíritu Santo, y es una gran prevención contra el pecado. Si temo ofender a Dios, ciertamente me esforzaré por complacerlo. Si lo amo, tendré temor de ofenderlo. Este temor nos hace ser prudentes, cuidadosos, y atentos. A menudo nos guiará a la oración. Nos motivará a una autoevaluación. Nos llevará a comparar nuestro comportamiento con la Palabra de Dios. Evitará que caigamos en el orgullo, la frivolidad y la deshonestidad. Aquel que teme a Dios no andará en compañía de malvados, ni se detendrá a hablar con los pecadores, ni se sentará a conversar con blasfemos; sino que su deleite estará en la Palabra de Dios, y en su libro meditará día y noche.
¿Nos ha influenciado hoy el temor al Señor? En nuestro trato con otras personas, ¿hemos dicho mediante nuestro comportamiento «yo temo a Dios»? Reflexionando sobre la inconsecuencia en otras personas, podemos decir: «A mí no me pasó, por causa del temor al Señor».
Le da vida a la religión,
le da calor, así como luz.
Hace dulce la gracia, grande la salvación,
y rectos todos los juicios de Dios.
Por: James Smith
Traducido por: Proyecto Nehemias
Deja un comentario